viernes, 20 de abril de 2012

¿MONARQUÍA O REPÚBLICA?


Comentando con unos amigos la actualidad política española, salió a relucir el tema de moda hoy por antonomasia: las metidas de pata constantes del inquilino de la Zarzuela y si es llegada la hora o no de que abdique, o de que definitivamente se dé por concluída la monarquía en España y se vaya a una nueva república.

Mi opinión (y no de ahora por subirme al carro, sino de muchos años) es que este hombre que fué elevado a la jefatura del estado a título de rey por el General Franco (porque le salió de los mismísimos, así de claro) es ilegítimo. Accedió al puesto jurando una serie de cosas (los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional) que luego traicionó faltando a su juramento. A partir de ahí perdió la legitimidad de ejercicio (si es que tenía la de origen) y se vió envuelto en una serie de circunstancias políticas que mancharon aún más su carácter de ejemplar jefe de estado. Sólo me referiré a una de todos bien conocida: el 23F. Hoy ya no hay duda de su implicación en la trama golpista, no para volver a un sistema dictatorial como los ignorantes o los propagandistas del régimen nos venden, sino para solidificar su puesto en entredicho tras la calamitosa acción de gobierno de la UCD promocionada por el propio monarca. Pero también ha tenido problemas de índole económica que se han trocado en corrupción: sus tramas con personajes de la calaña de Prado y Colón de Carvajal son bien conocidas o sus últimas andanzas con su yerno Urdangarín. Pero quizá para el pueblo español sufriente y sufridor, que apenas puede llegar a fin de mes, lo que más esté molestando es su irresponsabilidad elefantiásica (nunca mejor dicho) en las labores de "jefe de estado". Y lo pongo entre comillas porque de monarca no tiene nada , es esta una república coronada por un supuesto monarca que ni reina, ni gobierna, ni es responsable de sus actos. Eso sí, es inviolable.

Así ha tenido tiempo, por ejemplo, en 1985, de caerse en la estación suiza de esquí Gstaad que le partió la pelvis, o de golpearse en un ojo con una rama en 1988 durante una cacería en Suecia provocando su caída, o de ser derribado en 1991 por un esquiador en Baqueira Beret que le llevó al quirófano, o de hacerse una fisura en la muñeca derecha por resbalar y caer en la estación de esquí de Candanchú (Huesca) en 1995. Tiene bemoles que su última caída cazando elefantes fuera un 14 de abril, aniversario de la proclamación de la II república.

Y esto nos lleva a la pregunta del millón. Ante la irresponsabilidad elefantiásica (repito) del inquilino de la Zarzuela desde que accedió al trono (incluso desde antes), ¿Qué debe ocurrir? ¿Acaso es ya el momento de la república? Mis amigos de tertulia parecían tenerlo claro. Sí, es el momento, inducidos y empujados sin duda por la comprensible indignación que les produce la actuación de este hombre. Pero, ¿tenemos claro lo que significaría reamente una república en España? Fijaos que hablo de España en concreto y no de otros países en donde la república es un régimen perfectamente constituído y que funciona razonablemente bien. Pero España es otra cosa.

Los ejemplos precedentes no son precisamente halagüeños. La I república de 1873 a 1874 fue un auténtico desastre: inestabilidad política y social, guerra de los cantones, cuatro presidentes distintos en menos de un año, et. etc. Acabó con un pronunciamiento que dió paso a la Restauración de la dinastía liberal. Y la II república fue aún peor: golpe de estado previo, constitución sectaria, levantamientos anarquistas constantes, golpes de estado, violencia política, persecución religiosa y el frente popular revolucionario que dió lugar al levantamiento cívico-militar del 18 de julio de 1936 y a la consiguiente guerra civil. Pensar hoy en una república es retrotraernos irremediablemente al frente popular del que se sienten herederos directos las izquierdas actuales e incluso los separatismos varios. Pensar en una república hoy es volver a la idea de que la república es solo para los republicanos, el resto no tiene derecho a la existencia tal y como pasó antaño; pensar en una república hoy es admitir un régimen federal que permita la desmembración de España; pensar en una república hoy es tolerar un laicismo de estado mucho mayor que el actual y que engarza con aquél que propició la guerra civil.

Pero mis amigos insistían y me ponían el ejemplo de Francia. Yo les argumenté lo siguiente: en un periódico de tirada nacional publicaron diversas fotografías de mítines de los distintos partidos (de extrema derecha a extrema izquierda) con ocasión de la campaña electoral a la presidencia de la república francesa. En todos y cada uno de ellos se veía de forma clara e inequívoca, tanto en el estrado como en las gradas, el flamear de las banderas nacionales francesas. ¿Ustedes se imaginan eso en España? ¿Al PSOE llevando banderas nacionales en sus mítines? No sólo no lo hacen sino que lo que llevan bien a la vista son las banderas de la II república de la que se sienten herederos. No amigos, la república en España sería el caos y las destrucción de España como Nación. ¿Eso quiere decir que defienda la actual "monarquía"? NO, precisamente por lo que tiene de república. Repito, el actual régimen es una república coronada, con todo lo malo que tiene una república. Implantar una república pero sin corona sería ahondar más aún en los problemas que padecemos.

¿Entonces? La solución es evidentemente monárquica. Pero de una monarquía de verdad, en la que el Rey reine, gobierne y sea responsable de sus actos, en la que, si falta a la legitimidad de ejercicicio, se le pueda deponer y en la que prime sobre todo el bien común de la Nación a la que sirve.

-una monarquía legítima, de origen y de ejercicio como he explicado antes.

-una monarquía realmente popular, no elitista ni populista ni mucho menos populachera.

-una monarquía fiel a las raíces católicas de nuestro pueblo sin las que nada se puede entender.

-una monarquía tradicional, que apueste por la tradición política acorde a nuestro pueblo adaptada a los momentos presentes.

-una monarquía social, que prime el interés de los más débiles y desfavorecidos, haciendo realidad aquélla frase de D. Carlos VII: "si la Nación es pobre, vivan pobremente el Rey y sus ministros".

-una monarquía representativa, donde el pueblo español esté realmente representado políticamente a través de las organizaciones naturales y los cuerpos sociales intermedios. Más sociedad y menos estado. En palabras de hoy, una monarquía real y verdaderamente democrática.

-una monarquía foral, que permita la descentralización característica y tradicional de España que haga que las distintas regiones, reinos, señoríos, provincias y municipios tengan una vida autárquica dentro de la irrevocable unidad de la Patria.

-una monarquía moderada, nada que ver con la absolutista, que necesite de la aprobación popular de la gestión del gobierno.

Esta es la verdadera y a mi juicio única solución. Un régimen profundamente español, enraizado en lo más profundo de nuestro ser y henchido de patriotismo por encima de todo. Ya está bien de partidos que dividen, ya está bien de autonomías que disgregan, ya está bien de liberalismos que priman lo individual sobre lo colectivo. ¡MONARQUÍA REAL YA!