Pero no podría hacerlo si no fuera por la maldita ley de la (des)memoria histérica que puso en marcha Zapatero y que el actual gobierno centro-reformista-liberal-progresista no ha tenido los redaños de derogar. Una ley revanchista, que escupe odio por los cuatro costados y que busca, casi ochenta años después, ganar una guerra que, gracias a Dios, perdieron.
Este intento, por ahora infausto, demuestra al mismo tiempo el odio, yo diría también el temor, que la Cruz, símbolo de la Pasión de Cristo, les profesa. Un odio y un temor irracional, visceral, agresivo y violento que trata de desterrar de nuestras calles, plazas, edificios públicos, expresiones sociales, etc. etc. cualquier vestigio que recuerde a la Religión Católica, a la que no permiten la mínima libertad. No es cuestión de libertad religiosa como algunos (seguramente de buena fé) proclaman, sino de libertad para el catolicismo en concreto.
Por eso aplaudimos a los vecinos de Callosa y les apoyamos con todas nuestras fuerzas, porque contra viento y marea están defendiendo la Cruz de Cristo y el derecho a recordar a sus mayores caídos sin duda por esa misma Cruz y por ser buenos españoles. Solo les pedimos que se mantengan firmes, que no renuncien, y que sean tan valientes y esforzados como lo fueron sus mayores en otras épocas de persecución que algunos (los de siempre) tratan de repetir.