Se cumple la triste efeméride de la voladura de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo durante la Revolución de Octubre de 1934. Es uno de los muchos aniversarios que la izquierda, en su afán de reescribir la historia, no quiere recordar de ninguna manera. Pero su sectaria ley de desmemoria histérica ha conseguido todo lo contrario, que los españoles volvamos a recordar hechos que ya considerábamos muy antiguos y pasados. Y como se trata de recordar bueno será conocer el contexto en el que se produjo dicha voladura.
Nos situamos en 1933. Tras las elecciones de dicho año la conjunción republicano-socialista pierde las elecciones de noviembre consiguiendo la victoria el centro derecha. La izquierda toma a mal la derrota pero no será hasta un casi un año después cuando, en octubre de 1934, la CEDA (el partido más votado y la minoría mayoritaria en el Congreso) decide, legítimamente, su inclusión en el gobierno con el nombramiento de tres ministros. El presidente de la república, como no podía ser menos, aceptó. Pero estos nombramientos no fueron aceptados por la minoría republicano-socialista en un alarde de desprecio a la constitución vigente y la propia democracia.
El mismo día 5 de octubre Izquierda Republicana (el partido de Azaña) dio a conocer la siguiente nota: "Izquierda Republicana declara que el hecho monstruosos de entregar el Gobierno de la República a sus enemigos es una traición: rompe toda solidaridad con las actuales instituciones del régimen y afirma su decisión de acudir a todos los medios en defensa de la República". Por su parte Unión Republicana proclamó un manifiesto de idèntica intención: "El partido de Unión Republicana se cree en el deber de declarar ante la opinión nacional que al constituirse el Gobierno que acaba de formarse, integrado, entre otros, por un grupo político cuyo pretendido republicanismo no ha recibido la sanción del voto popular, le obliga a apartarse de toda colaboración y romper toda solidaridad con los órganos del régimen".
Pero sería el PSOE el que más radicalmente se opondría a este legítimo gobierno. Ya el 3 de enero de 1934 publicaba El Socialista la siguiente amenaza: "Ahora piden concordia, es decir, una tregua en la pelea, una aproximación de los partidos, un cese de hostilidades. Eso antes, cuando el Poder presentaba toda su ejecutoria de legitimidad. ¿Concordia? ¡No! ¡Guerra de Clases! ¡Odio a muerte a la burguesía criminal! ¿Concordia? Sí, pero con los proletarios, de todas las ideas que quieran salvarse y librar a España del ludibrio. Pase lo que pase, ¡atención al disco rojo!". No eran meras palabras. El 3 de febrero de 1934 se crea el Comité Nacional Revolucionario bajo la presidencia de Fco. Largo caballero, jefe máximo del PSOE y de la UGT. Y como adjunto a éste Indalecio Prieto. Los que vivan en Marid conocen bien a estos sujetos, pues tienen sendas esculturas al ladito de donde estaba la estatuta ecuestre de Franco. Al poco de comenzar dicho Comité, Largo Caballero declararía en el cine Europa: "Yo declaro que hay que armarse y que la clase trabajadora no cumplirá con su deber si no se prepara para ello".
Pronto se daría a conocer las Instrucciones para la Revolución. La insurrección se denominaría "Movimiento" y en ellas se dan una serie de normas como el secuestro y asesinato de rehenes, el robo de uniformes del enemigo para desorientarlo, asaltar armerías, robar bancos e incendiar cuarteles de la Guardia Civil, etc. etc.
El PSOE aprovecharía la entrada de la CEDA en el gobierno para justificar la revolución que ya llevaba preparando. En la prensa del PSOE se podían leer cosas como estas: "¡¡Estamos en pié de guerra!! ¡¡Por la insurrección armada!! ¡¡Todo el poder a los socialistas!!; " La guerra civil está a punto de estallar sin que nada pueda ya detenerla"; "Uniformados, alineados en firme formación militar, en alto los puños, impacientes por apretar el fusil. Un poso de odio imposible de borrar sin una violencia ejemplar y decidida, sin una operación quirúrgica"; el proletariado marcha a la guerra civil con ánimo firme", etc. etc. Al conocerse el 4 de octubre la composición del nuevo gobierno, el Comité insurreccional se reunió para desatar la guerra civil. Pero, ¿Y si fracasaba? Si así ocurriera, los reunidos acordaron que el PSOE negara toda relación con el golpe, presentándolo com una protesta espontánea de la gente y así esquivar la represión posterior.
El punto clave sería Madrid. Se declaró la huelga general revolucionaria y los milicianos se aprestaron a tomar puntos esenciales de la capital. Pero los trabajadores y los españoles en general no se unieron a los milicianos y el golpe en Madrid y otros lugares fracasó. Las acciones más importantes se dieron en Asturias, donde los mineros sí se unieron a los golpistas, lanzándose sobre Oviedo. En este lugar los socialistas encontraron el apoyo entusiástico de comunistas y anarquistas. Serían semanas de batallas y asedios brutales que acabarían con la victoria del gobierno republicano frente a las fuerzas golpistas del PSOE, el PCE y la CNT. Prieto saldría huyendo del país mientras Largo Caballero sería detenido. La aventura golpista había acabado.
Nos situamos en 1933. Tras las elecciones de dicho año la conjunción republicano-socialista pierde las elecciones de noviembre consiguiendo la victoria el centro derecha. La izquierda toma a mal la derrota pero no será hasta un casi un año después cuando, en octubre de 1934, la CEDA (el partido más votado y la minoría mayoritaria en el Congreso) decide, legítimamente, su inclusión en el gobierno con el nombramiento de tres ministros. El presidente de la república, como no podía ser menos, aceptó. Pero estos nombramientos no fueron aceptados por la minoría republicano-socialista en un alarde de desprecio a la constitución vigente y la propia democracia.
El mismo día 5 de octubre Izquierda Republicana (el partido de Azaña) dio a conocer la siguiente nota: "Izquierda Republicana declara que el hecho monstruosos de entregar el Gobierno de la República a sus enemigos es una traición: rompe toda solidaridad con las actuales instituciones del régimen y afirma su decisión de acudir a todos los medios en defensa de la República". Por su parte Unión Republicana proclamó un manifiesto de idèntica intención: "El partido de Unión Republicana se cree en el deber de declarar ante la opinión nacional que al constituirse el Gobierno que acaba de formarse, integrado, entre otros, por un grupo político cuyo pretendido republicanismo no ha recibido la sanción del voto popular, le obliga a apartarse de toda colaboración y romper toda solidaridad con los órganos del régimen".
Pero sería el PSOE el que más radicalmente se opondría a este legítimo gobierno. Ya el 3 de enero de 1934 publicaba El Socialista la siguiente amenaza: "Ahora piden concordia, es decir, una tregua en la pelea, una aproximación de los partidos, un cese de hostilidades. Eso antes, cuando el Poder presentaba toda su ejecutoria de legitimidad. ¿Concordia? ¡No! ¡Guerra de Clases! ¡Odio a muerte a la burguesía criminal! ¿Concordia? Sí, pero con los proletarios, de todas las ideas que quieran salvarse y librar a España del ludibrio. Pase lo que pase, ¡atención al disco rojo!". No eran meras palabras. El 3 de febrero de 1934 se crea el Comité Nacional Revolucionario bajo la presidencia de Fco. Largo caballero, jefe máximo del PSOE y de la UGT. Y como adjunto a éste Indalecio Prieto. Los que vivan en Marid conocen bien a estos sujetos, pues tienen sendas esculturas al ladito de donde estaba la estatuta ecuestre de Franco. Al poco de comenzar dicho Comité, Largo Caballero declararía en el cine Europa: "Yo declaro que hay que armarse y que la clase trabajadora no cumplirá con su deber si no se prepara para ello".
Pronto se daría a conocer las Instrucciones para la Revolución. La insurrección se denominaría "Movimiento" y en ellas se dan una serie de normas como el secuestro y asesinato de rehenes, el robo de uniformes del enemigo para desorientarlo, asaltar armerías, robar bancos e incendiar cuarteles de la Guardia Civil, etc. etc.
El PSOE aprovecharía la entrada de la CEDA en el gobierno para justificar la revolución que ya llevaba preparando. En la prensa del PSOE se podían leer cosas como estas: "¡¡Estamos en pié de guerra!! ¡¡Por la insurrección armada!! ¡¡Todo el poder a los socialistas!!; " La guerra civil está a punto de estallar sin que nada pueda ya detenerla"; "Uniformados, alineados en firme formación militar, en alto los puños, impacientes por apretar el fusil. Un poso de odio imposible de borrar sin una violencia ejemplar y decidida, sin una operación quirúrgica"; el proletariado marcha a la guerra civil con ánimo firme", etc. etc. Al conocerse el 4 de octubre la composición del nuevo gobierno, el Comité insurreccional se reunió para desatar la guerra civil. Pero, ¿Y si fracasaba? Si así ocurriera, los reunidos acordaron que el PSOE negara toda relación con el golpe, presentándolo com una protesta espontánea de la gente y así esquivar la represión posterior.
El punto clave sería Madrid. Se declaró la huelga general revolucionaria y los milicianos se aprestaron a tomar puntos esenciales de la capital. Pero los trabajadores y los españoles en general no se unieron a los milicianos y el golpe en Madrid y otros lugares fracasó. Las acciones más importantes se dieron en Asturias, donde los mineros sí se unieron a los golpistas, lanzándose sobre Oviedo. En este lugar los socialistas encontraron el apoyo entusiástico de comunistas y anarquistas. Serían semanas de batallas y asedios brutales que acabarían con la victoria del gobierno republicano frente a las fuerzas golpistas del PSOE, el PCE y la CNT. Prieto saldría huyendo del país mientras Largo Caballero sería detenido. La aventura golpista había acabado.
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