EL CRISTO DE MONTEAGUDO

Ayer asistí a la concentración convocada por más de 50 asociaciones civiles en apoyo al Cristo de Monteagudo en Murcia y en repulsa por la intentona iconoclasta de un grupo de juristas murcianos (?) de hacer desaparecer el Sagrado Corazón de Monteagudo. A pesar de la lluvia y el intenso frío, más de mil personas nos congregamos en la Glorieta de España de la capital murciana para mostrar nuestra resistencia al brutal ataque laicista y gritar bien fuerte "El Cristo de Monteagudo es nuestro y no lo moverán".

¿Qué daño hace la figura de Cristo, en actitud de bendecir con las manos abiertas, para que se pida su demolición? ¿Qué fanatismo ateo, más bien antiteo, tan bestial puede llevar a alguien a proferir tamaña barbaridad?

Haciendo un poco de historia es fácil encontrar la respuesta: en 1926, y tras la consagración a España al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles por parte de Alfonso (XIII), en otro Cerro, el de Monteagudo de Murcia, se erigió un monumento al Sagrado Corazón formado por el Cristo con los brazos abiertos, las imágenes de San Francisco de Asís y de San Francisco Javier, dos indios en actitud orante y un relieve de Santa María de Alcoque en el pedestal. Esa escultura sería dinamitada y destruída en plena guerra civil por los antecesores de los actuales fundamentalistas antiteos. El pueblo no consintió quedarse sin su Cristo y en 1951 se colocó otra estatua esculpida por el escultor Nicolás Martínez Ramón. Desde 1986 se celebra todos los años una peregrinación desde Murcia hasta el Cristo para venerarla.

Por lo tanto no es de extrañar que quienes antes lo dinamitaron, ahora que no pueden hacer lo propio, intenten al menos demolerlo. Pero veamos sus argumentos: esta gentuza (porque no tienen otro nombre) argumenta que el Cristo "desde la década de los años 50, y como reliquia del totalitarismo católico impuesto por el régimen de Franco, sobrevive sobre el castillo musulmán de Monteagudo, cuya belleza destroza, dicho sea de paso". Y siguen: "la citada estatua, aparte de constituir una enfermiza incrustación que profana el castillo hispano-musulmán del último rey islámico, y patrimonio histórico, está ubicada en terrenos propiedad del Estado, por lo que proyecta la identificación de éste (el Estado) con el credo católico del cual dimana (la estatua)". Pura bazofia anticatólica y antifranquista, incomprensible por cuanto que aquí Franco nada tiene que ver ni su "totalitarismo católico" ni nada que se le pueda parecer. Totalitarismo el suyo que intenta acabar con la libertad religiosa de todo un pueblo mayoritariamente católico, les guste o no. Por otro lado para actitud enfermiza la de estos auténticos talibanes que no soportan ver la figura de Cristo. Finalmente, ¿Es que preferirían los demandantes de esta salvajada que allí se erigiera una estatua de Mahoma?

La cabeza de este grupo de abogados totalitarios y enfermizamente anticatólicos también nos da una clave. Se trata de José Luis Mazón, conocido entre otras cosas por ser el abogado de las lesbianas murcianas que denunciaron al Juez Ferrín Calamita y que han acabado con la carrera de este honesto juez. Las declaraciones de este siniestro personaje tras la concentración de ayer dejan a las claras su condición moral:

"No sabía que existía esta Murcia ultracatólica y exacerbada. Estoy sorprendido por este descontrol y virulencia"

Virulencia, más bien violencia, la suya, que trata de acabar por la fuerza, con las creencias y los sentimientos de miles y miles de murcianos. Señor mío, aunque le cueste una úlcera producto de su odio más incontenible, el sano pueblo español, representado por el pueblo de Murcia, es católico y seguirá siendo católico mal que le pese, y no va a permitir ni el más mínimo roce al Cristo. Suya, y solamente suya, será la responsabilidad de lo que ocurra si sigue adelante con su diabólico plan. El Cristo seguirá, majestuoso, en su sitio, cueste lo que cueste.

Monteagudo y Murcia con su Cristo. ¡VIVA CRISTO REY!