Un año más, el separatismo catalán utiliza el 11 de septiembre para falsear la historia y convertirlo en el "día nacional de Cataluña". Este separatismo, hijo de la mentira histórica (como lo es el vasco, dicho sea de paso), quiere convertir una guerra de sucesión dinástica acaecida en 1714 en guerra de independencia catalana. Y asi lo explica, por ejemplo, Convergencia Democrática de Cataluña en su página web: "El centralismo y el espíritu colonizador de Castilla hacia Cataluña se fueron intensificando hasta que, en 1714, durante la Guerra de Sucesión, Castilla y Francia aliadas, vencieron a Cataluña, Inglaterra y Austria".
Nada que ver con la realidad histórica. Todos conocemos lo que fue la Guerra de Sucesión. Al no tener sucesor Carlos II El Hechizado, se produce una guerra para ver quien ocupa el trono entre Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos de Habsburgo. Y España se divide entre los partidarios del Borbón y los partidarios del Austria en una auténtica guerra civil en la que ambos pretendientes tienen partidarios en todas las regiones de España, siendo mayoritarios los borbónicos en los territorios castellanos y los austracistas en los aragoneses, aunque existieron comarcas aragonesas y catalanas que fueron fieles a Felipe de Anjou y ciudades castellanas que incluso proclamaron rey al Archiduque Carlos como Toledo o Madrid. La guerra la acabaría ganando, como todos sabemos Felipe V, siendo la última resistencia austracista la ciudad de Barcelona.
Ésta sería asediada por las tropas de Felipe V en las que participarían también tropas catalanas, a pesar de que el separatismo catalán lo niegue o lo silencie, entrando en la capital el 11 de septiembre de 1714. ¿Luchaban los catalanes que sufrieron el asedio por la "independencia de Cataluña"? De ninguna manera, luchaban por quien creían que debía ser su rey, es decir, por Carlos de Habsburgo, tal y como lo demuestra el comunicado que emitieron Antonio de Villarroel y Rafael Casanova, éste último consejero en jefe ( conseller en cap) y al que hoy homenajea el separatismo y sus compañeros de viaje (PP incluído) como si fuera el héroe de la independencia catalana: "se confia de tots, com vertaders fills de la Pàtria, amants de la llibertat, acudiran als llocs senyalats, a fi de derramar gloriosament sa sang i sa vida, per son Rei, per son honor, per la Pàtria i per la llibertat de tota Espanya", ("Se confía en que todos, como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados con el fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por el rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España").
Casanova acabaría herido en el asalto defendiendo, como queda meridianamente claro, a su rey (Carlos de Habsburgo) y a su patria, que no era ni podía ser otra que España. En 1719 se acogería al perdón real, viviendo tranquilamente hasta su muerte, que se produjo en 1743.
¿Dónde está pues la lucha catalana por la independencia? ¿Dónde el caudillo separatista? ¿Dónde la ocupación castellana de un territorio independiente? ¿Dónde el enfrentamiento entre regiones? Ni hubo el más mínimo intento de segregación, ni se prohibió la lengua catalana, ni despertó la menor reacción "nacional" catalana ante la inexistente agresión españolista, ni nada de nada de nada. De hecho, durante 150 años nadie se queja del episodio del 11 de septiembre hasta que, a finales del siglo XIX, lo recuperan los inventores del nacionalismo catalán. Se trata simplemente de un mito, hijo de la mentira más grotesca, para buscar de la nada un supuesto derecho histórico catalán y así conseguir un caldo de cultivo que propicie el enfrentamiento entre Cataluña (tierra españolísima, quieran o no los separatistas) y el resto de España. La conclusión a la que llegamos es que el nacionalismo catalán, a fuer de ser antiespañol, es así mismo anticatalán.
Acabo con las palabras de Antonio de Villarroel, el jefe militar a cargo de la defensa de Barcelona, con las que arengó a sus tropas:
Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios.
Nada que ver con la realidad histórica. Todos conocemos lo que fue la Guerra de Sucesión. Al no tener sucesor Carlos II El Hechizado, se produce una guerra para ver quien ocupa el trono entre Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos de Habsburgo. Y España se divide entre los partidarios del Borbón y los partidarios del Austria en una auténtica guerra civil en la que ambos pretendientes tienen partidarios en todas las regiones de España, siendo mayoritarios los borbónicos en los territorios castellanos y los austracistas en los aragoneses, aunque existieron comarcas aragonesas y catalanas que fueron fieles a Felipe de Anjou y ciudades castellanas que incluso proclamaron rey al Archiduque Carlos como Toledo o Madrid. La guerra la acabaría ganando, como todos sabemos Felipe V, siendo la última resistencia austracista la ciudad de Barcelona.
Ésta sería asediada por las tropas de Felipe V en las que participarían también tropas catalanas, a pesar de que el separatismo catalán lo niegue o lo silencie, entrando en la capital el 11 de septiembre de 1714. ¿Luchaban los catalanes que sufrieron el asedio por la "independencia de Cataluña"? De ninguna manera, luchaban por quien creían que debía ser su rey, es decir, por Carlos de Habsburgo, tal y como lo demuestra el comunicado que emitieron Antonio de Villarroel y Rafael Casanova, éste último consejero en jefe ( conseller en cap) y al que hoy homenajea el separatismo y sus compañeros de viaje (PP incluído) como si fuera el héroe de la independencia catalana: "se confia de tots, com vertaders fills de la Pàtria, amants de la llibertat, acudiran als llocs senyalats, a fi de derramar gloriosament sa sang i sa vida, per son Rei, per son honor, per la Pàtria i per la llibertat de tota Espanya", ("Se confía en que todos, como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados con el fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por el rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España").
Casanova acabaría herido en el asalto defendiendo, como queda meridianamente claro, a su rey (Carlos de Habsburgo) y a su patria, que no era ni podía ser otra que España. En 1719 se acogería al perdón real, viviendo tranquilamente hasta su muerte, que se produjo en 1743.
¿Dónde está pues la lucha catalana por la independencia? ¿Dónde el caudillo separatista? ¿Dónde la ocupación castellana de un territorio independiente? ¿Dónde el enfrentamiento entre regiones? Ni hubo el más mínimo intento de segregación, ni se prohibió la lengua catalana, ni despertó la menor reacción "nacional" catalana ante la inexistente agresión españolista, ni nada de nada de nada. De hecho, durante 150 años nadie se queja del episodio del 11 de septiembre hasta que, a finales del siglo XIX, lo recuperan los inventores del nacionalismo catalán. Se trata simplemente de un mito, hijo de la mentira más grotesca, para buscar de la nada un supuesto derecho histórico catalán y así conseguir un caldo de cultivo que propicie el enfrentamiento entre Cataluña (tierra españolísima, quieran o no los separatistas) y el resto de España. La conclusión a la que llegamos es que el nacionalismo catalán, a fuer de ser antiespañol, es así mismo anticatalán.
Acabo con las palabras de Antonio de Villarroel, el jefe militar a cargo de la defensa de Barcelona, con las que arengó a sus tropas:
Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios.
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